Con el alma cansada, pendiendo de un hilo,
se sentó en la ventana a esperarlo. “Al tren ya lo perdí, pero a la barca… esa
sí que, por mi vida, no la voy a perder”, se juró la solterona.
©Mariángeles Abelli Bonardi
25 de septiembre de 2015
Con este microrrelato de mi
autoría participé en el Concurso Mensual de Microficciones "Calendario
Microcuentista 2016". La imagen correspondiente al mes de septiembre es de Rosa Delia Guerrero.
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Que no pierda la barca, claro que no, siempre y cuando merezca la pena embarcarse en ella, que a veces mejor sola o solo que mal acompañado.
ResponderBorrarComo siempre, sacando buen partido a tu imaginación.
Un abrazo, Mariángeles
"Mejor solo/a que mal acompañado/a": yo siempre he pensado eso; mucho más hoy en día, que la mujer está expuesta a tantos peligros (casualmente, hoy escuché en el noticiero que ayer, en Buenos Aires, se cometieron cuatro femicidios en menos de veinticuatro horas... ¡Terrible!).
BorrarEn cuanto a la solterona de esta historia, la pobrecita perdió el tren del amor y no quiere perder la barca de Caronte. Ojalá que al amor lo encuentre en su próxima vida :)
Qué gusto, ÁNGEL, que el micro sea de tu agrado.
Cariños,
Mariángeles
Seguro que ya tiene preparado el óbolo para pagarle al barquero que le conducirá hasta la otra orilla.
ResponderBorrarMuy logrado, Mariángeles. Un beso
De eso, no tengo la menor duda, JUANA querida. Muchas gracias por recordarme al óbolo, esa palabra tan linda y tan exótica que tenía olvidada.
BorrarQué gusto que te parezca logrado el micro; me encantó encontrar tu comentario.
Otro beso para vos,
Mariángeles