miércoles, 11 de enero de 2023

DOS TAZAS DE TÉ


El síndrome de rubéola congénita lo hacía esclavo de su silencio. Apareció un día pidiendo «Pan», pidiendo «Té», las únicas palabras que podía pronunciar… Por su documento, que mostró a mamá, supimos su nombre y edad, y más adelante, al verlo limpio y afeitado, intuimos que dormía en un albergue.
Con él aprendimos a dar, a darnos… Cada vez que tocaba el timbre, alguno de nosotros recibía la taza, hervía el agua, cortaba el pan, y formaba parte de ese rito del té que nutría el alma sin dejar de quitar el hambre.
Hace poco, visitando a mamá, lo crucé en la puerta de calle. «El mudo» está flaco y canoso, ya no le quedan dientes…  Le llamó la atención que me fuera, y mamá le explicó que «soy grande», que ya me iba a mi casa… «¡Ah…!», exclamó formando un techito con las manos, y en esa interjección cupieron todas las palabras y el cariño del mundo.

©Mariángeles Abelli Bonardi
Diciembre 2022


Con este microrrelato, inspirado en ANÓNIMOS y SILENCIOS, participé en el concurso de relatos cortos, "Esta Noche Te Cuento".

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