El ronroneo es suave, una tersa amenaza. Las pupilas son dos candiles que hacen arder mi nuca. Para el zarpazo o la caricia, el mimo o la dentellada, la libertad o el cautiverio.
Sea su vida o mi muerte, estoy a su merced.
No puedo darle más y lo sabe, pero me obliga: cuatro renglones de selva no son suficientes.
Está libre, suelta, lista para vadear mis silencios. Me observa en sombrío entendimiento de las cosas.
intenso escrito que dice entre lineas mágicas palabras de emoción
ResponderBorrarMe alegra que el texto te guste; gracias por tan elogiosos conceptos :)
BorrarNos leemos,
Mariángeles
Cuánto dices con muy poco, maestra.
ResponderBorrarUn abrazo
Gracias, ÁNGEL. Me alegra que mi pantera te guste.
BorrarOtro abrazo para vos,
MAB