miércoles, 22 de julio de 2015

ESPUMA

 Espuma (Foto: Nanim Rekacz

Una cinta de tibieza atravesó el cúmulo de arena, se filtró hasta el fondo del pozo y la sacó de su letargo. Había quedado sola. Asomada al borde del nido, buscó a las otras. Algunas, ya iban a mitad de camino; otras, se debatían en el incesante ondular de la playa. Presurosa, fue tras ellas. Era difícil remontar la aridez, pero la fragancia del mar impregnaba su memoria, y sólo quería alcanzarla.
Un picotazo imprevisto cercenó sus ambiciones. Vio la herida en su armadura y supo que la espuma le estaba vedada.  


 ©Mariángeles Abelli Bonardi

Texto publicado en Cielo de relámpagos,
Antología de microficciones y otras instantáneas literarias
 de autores latinoamericanos.
(Editorial Ruedamares, Neuquén, Argentina, 2008).

 

4 comentarios:

  1. Qué bonito y, según leo, del año 2008. Ejemplo de tu continuidad creativa que, estoy seguro, comenzaste desde niña ¿a qué sí?
    Un abrazo, Mariángeles

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    1. A que sí, ÁNGEL, y pasé por todas las etapas: taller literario infantil y juvenil, luego un impasse en mis años de facultad, y luego de recibida volví a escribir, en un taller literario de adultos, por aproximadamente nueve años.
      Ahora, desde hace unos seis o siete años, participo de un taller online y hago cursos y talleres en ferias del libro cada vez que puedo. Me alegra que te parezca bonito este mini, al que le tengo mucho cariño, porque es de las primeras cosas que me publicaron en papel.

      Otro abrazo para vos,
      MAB

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  2. Voy a tomar prestado el título del gran libro de Yasunari Kawabata «Lo bello y lo triste» para elogiar tu relato, Mariángeles. Creo que no hay adjetivos más adecuados.
    La nostalgia de lo que no ha llegado todavía (¿instinto animal o saudade portuguesa?), impulsa a la pequeña tortuga hacia la espuma del mar, a pesar de los peligros. De igual forma, para los seres humanos la vida se presenta como un enigma tan seductor como amenazante, pero cuya llamada es fuerte y clara: no hay otro camino.
    Abrazo.

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    1. Tenés razón, VICENTE, es bello y triste el relato, como el libro de Kawabata, a quien aún no he leído y ya mismo agrego a la lista de lecturas pendientes (larga la lista). Me encanta que te haya gustado, pero lo que más me gusta es que un relato que considero tan simple te haya arrancado tan bella reflexión sobre esta vida enigmática, seductora y amenazante, que nos llama fuerte y claro.

      Otro abrazo para vos,
      Mariángeles

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