Desde entonces, existo y soy. Viajo rápido— trescientos mil kilómetros por segundo— y mi edad es incalculable— tengo tantos años como la distancia que recorra en trescientos sesenta y cinco días.
Estuve ahí, en la prehistoria y en el fuego, alumbrando al hombre de las cavernas. Ahí, tras la pantalla de papel, con las sombras chinescas. En el obturador de la primera cámara y en el haz de la primera película.
Estuve ahí, en los rayos equis, revelando vísceras y huesos, y estoy aquí, en la foto, con las sombras del niño y de su madre estampadas en la sábana y en mí.
“Hágase”, dijo Él. Desde entonces existo y soy. Luz es mi nombre.
Con este microrrelato, inspirado en la foto en blanco y negro de Cristina García Rodero, participo en el concurso de relatos cortos,"Esta Noche Te Cuento".
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©Mariángeles Abelli Bonardi
Julio 2018
Con este microrrelato, inspirado en la foto en blanco y negro de Cristina García Rodero, participo en el concurso de relatos cortos,"Esta Noche Te Cuento".
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Maravillosa introducción a un fenómeno que damos por sentado.
ResponderBorrar¡Muchas gracias, CAMILO! Pienso eso, justamente: en lo maravilloso de la luz y lo poco que sabemos apreciarla.
BorrarGracias por pasar a comentar. Un 💋😇😇