Tanto
visitante inesperado le está entrecortando
el sueño. Las correrías de los escorpiones ya no le molestan, pero el golpear
de las palas y la sucesión de baldes, para arriba y para abajo, lo ponen de muy
mal humor.
Corre la tapa, se sienta y acomoda los vendajes. ¿Recurrir a la maldición? ¡Ni pensarlo! No haría más que exacerbar el problema.
Con sobrantes de gasa, improvisa dos tapones y vuelve a acostarse. Nada que hacer. Aunque más amortiguados, los ruidos siguen llegando. Suspira. Hasta sería mejor que lo encuentren. La solemne paz del museo le aseguraría, al menos, el descanso nocturno.
Corre la tapa, se sienta y acomoda los vendajes. ¿Recurrir a la maldición? ¡Ni pensarlo! No haría más que exacerbar el problema.
Con sobrantes de gasa, improvisa dos tapones y vuelve a acostarse. Nada que hacer. Aunque más amortiguados, los ruidos siguen llegando. Suspira. Hasta sería mejor que lo encuentren. La solemne paz del museo le aseguraría, al menos, el descanso nocturno.
©Mariángeles
Abelli Bonardi
Con
este microrrelato participé en la decimoctava semana del concurso Relatos en
Cadena (ReC). La frase resaltada es la frase de inicio correspondiente
al último relato ganador. Si desean leer las bases, hagan clic en: http://escueladeescritores.com/concurso-bases-rec-2013