Mientras leo toco, inconscientemente, mi medalla de San Jerónimo. En ella, el patrono de los traductores, trabaja en un pasaje de la Biblia. Me concentro en el texto entre manos y lo bisbiseo: surgen los sonidos bilabiales y explotan las tés entre mis dientes; cuarenta y cuatro fonemas ingleses convierten mi lengua en una montaña rusa…
Llego a un pasaje difícil y recuerdo a la profesora y su advertencia: «¡Ojo con los falsos amigos, que nos pueden engañar!»… Consulto el diccionario, me aseguro, traduzco esas palabras que, en principio, parecen transparentes: ‘lecture’ se vuelve ‘conferencia’, ‘library’, ‘biblioteca’, en ‘journey’ comienza el ‘viaje’, y en ‘exit’ está la ‘salida’… Llego a otra palabra; parece inofensiva pero enseguida me muestra los dientes… Disipo su mal genio dándole un buen sinónimo y continúo, así hasta terminar. Releo y me encomiendo a mi santo, pensando en la versión definitiva… ¿Es bello este caos de idiomas? Me digo que sí.
©Mariángeles Abelli Bonardi
Noviembre 2024
Con este microrrelato, inspirado en el concepto de RAME (del balinés, "La belleza del caos"), participé en el concurso de relatos cortos, "Esta Noche Te Cuento".
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