sábado, 9 de abril de 2022

SERAFÍN


Tras ese primer, maravilloso baño, notamos la pelusa blanca, que atribuimos a su piel de bebé, una piel que ganaba en lozanía, con esa pelusa que medraba en su espalda, tenaz e iridiscente…
No había cumplido un mes cuando por fin lo aceptamos: las cosas tomaban otro cariz, otra textura, que tocaba aprender a manejar…  Al principio fue sencillo, con las batas y los saquitos bastaba, pero crecían y crecían, cada vez más evidentes… “¿Y por qué seguirlo ocultando?”, nos dijimos, y así, con el correr de los meses, llenas de amor y de cuidado, se fueron convirtiendo en lo que eran, por eso no lloramos cuando, apenas un año después, lo vimos alzar vuelo en el balcón: en el fondo, siempre supimos que era un angelito.

©Mariángeles Abelli Bonardi
Febrero 2022


Con este microrrelato, inspirado en ÁNGELES y GIGANTES, participé en el concurso de relatos cortos, "Esta Noche Te Cuento".

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