viernes, 10 de julio de 2020

EL NIÑO BRUJO


La gente - toda muy pobre - va y viene sin prestarle atención. Sin nombre, sin habla, descalzo, desnudo, abandonado por la superstición de sus padres, sobrevive en la calle solo, comiendo las sobras que recoge o que alguien le da. Está allí, cerca del puesto que vende carne de perro, y entonces la ve e intenta llamar su atención: llora un poco, y con sus últimas fuerzas baila antes de caer frente a ella. Anja Ringgren le acerca una botella de agua a la boca y le ofrece galletitas; luego lo toma en brazos y lo envuelve en una manta: tiene apenas dos años, pero la mira como alguien que ha vivido un siglo de guerra...
Tras dar dinero al jefe de la tribu para que no frustre el rescate, Anja lo lleva al hospital; espera que se salve, por eso lo llama Hope, que en inglés significa 'esperanza' y que también es el acrónimo de su lema: "Helping One Person Everyday".

©Mariángeles Abelli Bonardi
Reto semanal de Microficción de Ediciones Sherezade 
(Día 3, una MF basada en un hecho real).

Foto tomada de la web

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