Hacendosos como hormigas, los hombres suben la rampa; ¿qué hay en los costales que, con tanto ahínco, llevan a cubierta? Él lo ignora, pero boceta ese ir y venir de los changarines del puerto.
¿Qué hay en el humo que las fábricas destilan? Esfuma las volutas que las chimeneas escupen y lo va descubriendo.
¿Qué rumbo tomará el carguero que está a punto de partir? Acomoda el caballete y, con un trozo de carbón, bisela el barco hacia esa ruta que solamente intuye.
El agua refleja el paso de las horas; Benito saca la espátula y hace ondear en la hoja los colores del río. El barco se va; los changarines vuelven a casa. Algunos silban; otros lo miran de reojo. Del carbón queda sólo un pedacito que a él le alcanza, y con trazo aniñado pero firme, escribe Quinquela en la esquina derecha del cuadro.
©Mariángeles Abelli Bonardi
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