Papá Noel se queda dormido en la silla, la
panza llena de sidra y de turrón, tal era su afán, como siempre, por resarcir
la ausencia en el festejo anterior.
Masticando sus tajadas de pan dulce, parten los
Reyes Magos; no sea cosa que, a medio camino, se les apague la estrella.
Entretanto, ella ya levantó la mesa, guardó
lo perecedero en la heladera, y acunó a ese año recién nacido que tanto se hace
sentir.
“Misión cumplida”, susurra mientras se va,
arrugada y feliz, en el eco de la última campanada.
©Mariángeles Abelli
Bonardi
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Foto tomada de la web